lunes, 19 de mayo de 2014

VAMOS A PRACTICAR LA LECTURA CIENTÍFICA:

LA RADIACTIVIDAD

 Uno de los grandes descubrimientos de la historia de la ciencia ha sido, sin duda, el de la radiactividad. Fue alrededor de 1896, por azar cuando el químico francés Henry Becquerel, que por aquel entonces se dedicaba a estudiar las emisiones de rayos X de ciertas sustancias fluorescentes, observó que algunas muestras de material de uranio velaban las placas fotográficas al situarlas en sus proximidades.


Sin comprender del todo en qué consistía el fenómeno, pensó que se trataría de una radiación invisible, emanada de la citada muestra de uranio, a la que denominó radiactividad, nombre propuesto por su discípula Marie Curie.


Por este importante descubrimiento ambos científicos recibieron el Premio Nobel de Física en 1903.
Marie Curie, de origen polaco, se encontraba en esas fechas trabajando con Becquerel y su esposo Pierre Curie.


Marie Curie dedicó sus esfuerzos al estudio de estas nuevas radiaciones y las sustancias que las emitían. En 1898 descubrió dos nuevos elementos químicos: el polonio, al que bautizó así en honor a su tierra natal, y el radio, del cual consiguió aislar casi un gramo en estado puro, tras procesar toneladas de mineral, 



lo cual le valió en 1911 el ser reconocida de nuevo con el Premio Nobel, esta vez de Química.


Hoy sabemos que la radiactividad es un proceso en el cual tiene lugar la ruptura de un núcleo atómico inestable de gran tamaño, como los isótopos  uranio-235  o radio-226, entre otros. En este proceso de desintegración se producen tres tipos de emisiones: la emisión α (alfa) , formada por partículas que contienen dos protones y dos neutrones, la emisión β (beta), formada por haces de electrones, y la emisión γ (gamma), que es una radiación ionizante de alta energía, capaz de atravesar los tejidos con gran facilidad y provocar la destrucción celular.





A partir de la segunda mitad del siglo XX ya se conocía con bastante profundidad el fenómeno y los científicos se afanaban en desarrollar aplicaciones tecnológicas. En 1943 se puso en marcha en el estado norteamericano de Nuevo Méjico el laboratorio los Álamos, dirigido por el físico Robert Openheimer,

con la finalidad de desarrollar la primera bomba atómica, poderosa arma de destrucción que inició una nueva era en la historia bélica


Pero afortunadamente son bastantes más las aplicaciones de la radiactividad en la mejora del bienestar de las personas. Entre ellas destacan las aplicaciones médicas, como al radioterapia y al quimioterapia. En la primera, se irradian tejidos tumorales con la finalidad de destruir las células cancerosas

En la segunda, se administra al paciente un isótopo radiactivo que su organismo absorbe y provoca la destrucción de ciertos tejidos de manera selectiva.




Otra de las grandes aplicaciones es la producción de energía eléctrica en las centrales nucleares, en las que se suelen utilizar los isótopos uranio-235 o plutonio-239 como combustible.


El esquema de una central nuclear es el siguiente:




Aquí aparecen los países con mayor número de centrales nucleares en el año 2012


Durante el año 2010, casi el 29% de la producción energética en la Unión Europea procedía de las centrales nucleares